Desde mi Ser más puro
realizo esta ofrenda con la humilde intención
de honrar a mis maestros
colaborando en la expansión de sus enseñanzas
para que todos nos bañemos con su luz

En eterna gratitud hacia ellos
me postro ante sus pies de loto...

S
at Nam
Jaswant Kaur


Mi Diario de Sadhana

Después de haber perdido mi Diario de Sadhana el día 16
me recomendaron mandarmelo por mail a diario para que a demás de tenerlo en mi notebook tubiera la seguridad
de que estos relatos habitaban en el cyber espacio
para evitar que me volviera a suceder

Luego de una innegable necesidad de quitarme las máscaras
como regalito de mi experiencia del Tantra Blanco
hoy me veo conducida a darles este espacio,
este espacio público

Porque no encuentro mejor manera de comenzar este
largo proceso de ir deshaciéndome
de estas capas de cebolla que me recubren
que mostrándome tal cual soy,
con mis luces y sombras ante quien esté dispuesto
a leer lo que en mi interior sucede

Agradezco tener este espacio
Agradezco estas enseñanzas de valor infinito
me postro una vez más antes mis maestros

Wahe Guru
Jaswant Kaur

La meditación es el movimiento del amor...

La meditación no es un escape;
no es una actividad que uno practica para aislarse del mundo
y encerrarse en sí mismo, sino el acto de comprender el mundo
y la forma como actúa.

Meditar es vagar,
alejándose de este mundo hasta ser un extraño por completo.
Entonces el mundo adquiere un sentido
y es constante la belleza de los cielos y de la tierra;
entonces el amor no es placer
y de ese amor emana esa acción que no es resultado
de las tensiones y las contradicciones, ni de la búsqueda de satisfacción personal
o de la arrogancia que el poder otorga.


La meditación es una de las cosas más extraordinarias y, si uno no sabe lo que es la meditació, es como un ciego en un mundo de colores brillantes, de sombras y luz en movimiento. No es un asunto intelectual, sino que cuando el corazón penetra en la mente, la mente posee una cualidad muy distinta; entonces es realmente ilimitada, no solo en su capacidad de pensar, de actuar eficazmente, sino también en el sentido de vivir en un vasto espacio en el que uno forma parte de todas las cosas.
La meditación es el movimiento del amor. No es el amor a uno o a muchos; es como el agua que uno puede beber de cualquier jarra, ya sea de oro o de barro; es inagotable. Y sucede algo peculiar, que ninguna droga o autohipnosis puede producir; es como si la mente se adentrara en sí misma, empezando por la superficie y profundizando cada vez más hondo, hasta que «profundidad» y «altura» pierdan su sentido y toda forma de medición cese. En este estado hay completa paz, no el contento que se ha producido a través de la gratificación, sino una paz que posee orden, belleza e intensidad. Todo eso puede ser destruido, como se puede destruir una flor y, no obstante, a causa de su misma vulnerabilidad, es indestructible. Esta meditación no puede ser aprendida de otro; uno debe empezar sin saber nada al respecto y avanzar de inocencia en inocencia.
El terreno en el que la mente meditativa puede empezar es el de la lucha, el dolor y la dicha pasajera de la vida diaria. Ahí debe empezar, estableciendo orden y, a partir de ahí, moverse sin fin. Pero si lo único que le preocupa es producir orden, entonces ese mismo orden generará su propia limitación y la mente será su prisionera. De alguna manera, en todo este movimiento, uno debe comenzar por el otro extremo, por la otra orilla, y no estar siempre preocupado por esta orilla, o el modo de cruzar el río. Uno debe tirarse al agua, sin saber nadar. Y la belleza de la meditación es que uno nunca sabe dónde se encuentra, adónde va o cuál es el fin


by Jiddu Krishnamurti

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